¿Qué hacer cuándo los niños y niñas mienten? Trabaja la confianza

Hoy, en el grupo Movimiento Libre y Pedagogías del Cuidado, una madre comentaba preocupada que su hija a veces mentía.

Contaba que su hija de 5 años se había mojado jugando antes de entrar a la escuela y que a la maestra, al preguntarle, le había contado que se había duchado con ropa y que se lo había dicho su madre (bendita inocencia). La maestra le respondió que no podía ser y la niña estuvo insistiendo hasta que unos compañeros le dijeron a la maestra que se había mojado al entrar con una gotera, que la habían visto.

Con lo cual, la maestra, a la salida del colegio, se lo contó a su madre y su madre le dijo a la niña que estaba muy enfadada. Este sería el resumen de la historia, a lo que la madre preguntaba qué podía hacer.

¿Cómo se habrá sentido esta niña? Por un lado exhortada por la maestra que quiere saber una verdad que ya puede imaginarse, por otro lado unos niños acusandola. ¿Podéis imaginar la incomodidad? Finalmente se convierte en una situación humillante que no nos va a llevar a una relación de confianza, en absoluto.

Luego llega el adulto a recogerla y otra vez a iterar sobre por qué no dijo la verdad. ¿Qué difícil es decir la verdad en un ambiente hostil, no os parece? 

Voy a dejar aquí mi respuesta (un poco editada, claro):

¿Por qué no intentas ver qué hay detrás de esta mentira?

Detrás de cada mentira de un niño pequeño hay un razón, miedo a la reprimenda, una llamada de atención, un deseo imperioso, un juego… ¿Quizá en este caso se le está pidiendo más de lo que puede asumir?

A mi no me preocupa que no haya dicho la verdad, me preocupa el por qué, en este caso, no ha dicho la verdad.

Entonces la madre comenta que a ella también le preocupa saber qué había detrás, que lo hace cuando algo no le interesa o quiere conseguir un objetivo en casa o en el colegio.

Le vuelvo a contestar:

Entonces ya tienes la respuesta, la das tú misma

En el caso que comentas tiene pinta de mentira para evitar una reprimenda.

En estos casos yo lo abordo diciendo que me pueden decir la verdad, que no voy a enfadarme (tiene que ser real) y en el caso de tu hija que se mojó jugando, simplemente le cambiaría la ropa y le diría que si tiene ganas de jugar con agua prefiero que lleve la ropa adecuada (si eso es lo que valoro, por ejemplo).

Yo no le diría «no me mientas porque me pondré triste», yo le digo «puedes decirme la verdad y confiar en mí» y tengo que actuar en consecuencia y demostrar la confianza, claro.

¿Si le dices que te pones triste, qué consigues? ¿Qué te complazca? ¿Qué confíe en ti? ¿Qué se sienta comprendida? Piensa en qué relación quieres con tu hija y desde qué lugar quieres construirla.

La maestra también podría haber dicho: me extraña que tu madre te diga que te duches con ropa, pero si no quieres contármelo ahora no hace falta, me lo puedes contar luego. Ahora vamos a cambiarte para que estés seca y a gusto.

La cuestión de base, entiendo, no sería conseguir que un niño o niña no mientan, convivimos con la mentira y en ocasiones es necesaria, la cuestión, entiendo, es qué relación estoy construyendo con mi hijos o con los infantes a los que cuido y si quiero que confíen en mí tengo que demostrar esta confianza, no de forma ciega creyendo cualquier cosa, sino mostrándoles que pueden decirnos la verdad, que la valoramos y somos capaces de comprender lo que hay detrás de cada mentira, de cada ocultación, de cada deseo o de cada miedo.

Detrás de la mentira a veces hay algo que gestionar y a veces simplemente es un juego, una historieta, no vamos a tratar igual cada «mentira» y muchas las podemos pasar simplemente por alto., sin dar más importancia.

En ningún caso acostumbro a recriminar las mentiras, tanto a mi hija como en el colegio prefiero decir que pueden ser sinceros conmigo y mirar de hablar de lo que hay detrás, sin moralizar, sin juicios y sin dramas ni broncas.

Si lo que quiero es establecer una relación honesta y de confianza y cuando mienten no soy capaz de comprenderlo, acogerlo y darle la vuelta para abordar lo que sí pasa, provocaré el efecto contrario.

Mi hija tuvo una temporada de pintar paredes y sabía perfectamente que no queríamos que lo hiciese. En esta época entendíamos que no podía controlar este deseo, así que cuando encontraba algún rincón pintado le preguntaba ¿qué ha pasado? Si decía que no lo sabía o que ella no había sido le decía que me podía decir la verdad que no iba a echarle la bronca ni enfadarme pero que procurase no pintar las paredes que nos cuesta mucho trabajo dejarlas limpias otra vez. Que si quería pintar tenía la pizarra o podíamos ir a la calle, que avisase.

Claro que se lo tuvimos que decir en muchas ocasiones, pero ¿qué hubiésemos ganado con broncas o chantajes? ¿perder la confianza?

También tiene 5 años y también nos miente de vez en cuando, así que cuando me doy cuenta le digo que puede decirme la verdad, que no voy a enfadarme, claro que si no me gusta se lo digo o le doy alternativas, pero tengo que trabajar para que me diga la verdad no para que no me mienta.

La mentira está ahí y es una herramienta que también tendrán que saber usar, lo que yo quiero es construir una relación honesta y de confianza, que es otra cosa y trabaja sobre una base de confianza para generar confianza. 

La confianza genera confianza, la desconfianza lo contrario. ¿Tú que quieres?


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Romina Perez Toldi
Romina Perez Toldi
¡Hola! Soy Romina Perez Toldi, pedagoga especializada en primera infancia. Trabajo con familias y profesionales para una cultura de la infancia emancipada, un acompañamiento cuidadoso y unas relaciones de calidad desde las que todos podamos crecer en armonía y encontrar nuestro lugar en el mundo.

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