Decía en el anterior post La autonomía no quiere decir independencia que el ser autónomo es un ser que conoce su propia potencia, su voluntad, que va en su búsqueda y que puede tomar decisiones de forma responsable. Y decía también que la autonomía, en tanto que autogobierno, es una conquista que podemos acompañar pero no podemos hacer por ellos y ellas.
De esta forma, si queremos acompañar en este camino hacía su autonomía creo importante tener algunas cosas en cuenta y aunque las personas que me conocen saben que no soy amiga de decálogos ni recetas, aquí van algunas reflexiones prácticas:
- Para un desarrollo autónomo hace falta primero un apego seguro. Es muy importante sentirse querido y tranquilo para confiar en uno mismo así como en los demás.
- Responder afirmativamente a su hambre (pecho y/o biberón a demanda) y a su sueño o necesidad de vigilia es un paso necesario para confiar en uno mismo en las señales del propio cuerpo y en sí mismos, así como para la confianza en los demás y en un mundo que que acoge y no provoca angustia.
- No ofrecer soluciones ni anticiparnos en los problemas que se presentan o en las situaciones que intentan resolver, dar espacio para que encuentren sus propias soluciones. Da igual que pensemos que nuestra solución es mejor. Lo importante aquí no es encontrar la «mejor» solución si no la propia. Si nos demandan ayuda podremos decir «yo lo hago así» en lugar de «se hace así». De esta forma damos lugar a distintas posibilidades y soluciones.
- No es necesario encontrar soluciones inmediatas.
- No enseñar movimientos ni intervenir en su desarrollo y maduración psicomotora. No colocar al bebé en posturas ni posiciones a las que no ha llegado por sí mismo. Todo a su tiempo y no es un tiempo que decidamos nosotros.
- Respetar sus decisiones siempre que no entren en conflicto con la propia integridad, con la de otros y con la de los objetos materiales. Cada familia que decida dónde está límite.
- La autonomía no es un laissez faire ni un «todo vale». La conquista de la autonomía también implica una responsabilidad hacia y para el otro.
- Acompañar en los éxitos y los fracasos. Acompañar no quiere decir juzgar, quiere decir estar disponible y presentes cuando lo necesiten. Podemos participar de sus éxitos y alegrías así como sostenerlos en sus frustraciones y momentos de impotencia, pero evitaremos los juicios de valor.
- Acompañar en la expresión de emociones y sentimientos. No negarlos ni juzgarlos. Podremos decir «no se pega» pero no diremos «no te enfades». Podemos buscar otras formas de canalizar emociones y sentimientos que no comprometan la integridad de otras personas o de objetos de valor.
- Preservar el tiempo de la infancia como tiempo autotélico y dar espacio para las actividades autotélicas. Autotélico es un tiempo de disfrute en sí mismo sin un fin ni un objetivo más allá. El juego es una actividad autotélica. Si juzgamos el juego rompemos el valor de la actividad en sí misma. Por ejemplo, decir «muy bien» después de hacer un dibujo puede provocar que el niño o niña pinte para sentirse aprobado y no por el placer de la actividad en sí misma.
- Involucrarlos en la vida cotidiana, en nuestra vida y en la vida en familia. No solo en las «tareas del hogar». Involucrarlos en conversaciones, actividades y decisiones. De forma real y siempre acorde a su madurez.
- Confiar en nuestros hijos y en la infancia en general, darles la oportunidad de hacer y deshacer.
- Liberarnos de exigencias y prejuicios. Liberarnos de aquello que coarta la infancia, de aquello que la reprime y limita desde una mirada incapacitante por principio.
- Transformar nuestra mirada política hacia la infancia. Entender la infancia como potencia de puro inicio y aún así no exigirle nada. Amarla en lo que es. Mostrarle el mundo no por lo que no sabe si no como acto hospitalario, por el simple hecho de mostrarle un mundo que también es suyo, al que pertenecen. Darle la bienvenida al mundo.
- La autonomía no es obligatoria. De otra forma perdería todo sentido de ser, ya no sería autonomía. Que un niño pequeño sepa bajar las escaleras no quiere decir que esté obligado a hacerlo, los procesos madurativos y de desarrollo no son lineales. Si le insistimos y forzamos a hacerlo le estamos llevando hacía independencia seguramente prematura. Autonomía es autogobierno, puede decidir no bajar las escaleras en ese momento. No pasa nada.
La autonomía es una conquista, una conquista que igual que la libertad no se da, se toma. Es la conquista de nuestros hijos e hijas. Así, nuestra tarea como padres no es la de enseñar a nuestros hijos a ser autónomos, eso no se puede enseñar, creo que nuestra tarea es la preservar el espacio de nuestros hijos, su infancia, sus tiempos y sus expresiones, para que la autonomía pueda darse. La autonomía es una potencia. Es una conquista hacia la emancipación. Libertad y responsabilidad en una relación ética.
Nuestra tarea es acompañarlos, sostenerlos cuando lo necesiten, alegrarnos con ellos de sus logros. Preservar el mundo para que sea un buen lugar, darles la bienvenida, ser hospitalarios. Transformar nuestra mirada a su favor. Estar presentes.
Luego cada familia hará su propia interpretación y acompañará este precioso camino dentro de sus posibilidades. Solo espero que estos 15 puntos sean para el bien y podáis encontrar vuestra propia manera y vuestros hijos la suya.
6 comentarios en «La autonomía como conquista en 15 reflexexiones prácticas»
Esta persona se dedica al plagio y aún tiene la cara dura de decir que soy una inspiración para ella. Está copiando mi trabajo! Esa es su forma de respetarme?