
Tenemos muy poca tradición de observar, pasamos por encima casi de puntillas pensando siempre que nos falta conocimiento o nos falta tiempo, así que por una cosa o por la otra, una de las tareas más importantes que debería realizar la educadora (y cualquier profesional que trabaje con la infancia) queda siempre por hacer.
¿PARA QUÉ OBSERVAMOS?
Observamos para conocer profundamente al bebé, niño y niña que tenemos delante, observamos para conocer al infante en particular y la infancia en general observamos para conocernos a nosotras mismas en nuestra labor, observamos para compartir y comunicarnos con las familias de los infantes de los que somos responsables, con la comunidad educativa, para poder contrastar y compartir con el equipo del centro y para poder mejorar la práctica educativa.
¿CÓMO OBSERVAMOS?
Observar no se pude hacer de cualquier forma, hay que trabajar no solo la mirada, también hace falta tener claro lo que implica una observación fenomenológica donde no coloquemos lo que queremos ver por delante de lo que está sucediendo, tendemos demasiado a irnos directamente a las interpretaciones y las conclusiones y pasar de largo de una observación más fenomenológica provoca que veamos solo que aquello que ya esperábamos ver ¿para qué observar entonces si ya tenemos unas conclusiones previas a toda observación?
Para observar no se trata solo de estar abiertos a ver, hace falta desarrollar el método, practicar, revisar y volver a observar.
Para esto nos planteamos una observación en 3 fases:
Fase 1: La observación más fenomenológica y descriptiva, libre de interpretaciones donde debemos poder hacer un retrato de la escena minucioso, al detalle y sin incluir aspectos subjetivos.
Es casi la parte más difícil porque tenemos muy poca costumbre y nos vamos directamente a la interpretación de la escena.
Para realizar las observaciones disponemos de diversos medios como el tomar notas (básico e imprescindible), tomar fotos y vídeos.
Fase 2: En esta fase ya contrastamos e interpretamos la escena, le damos un significado y un valor.
Fase 3: Aquí decidimos si vamos a realizar algún tipo de intervención y de qu´é manera sobre lo observado.
En todo momento es importante poder realizar preguntas concretas que nos ayuden en esta primera fase descriptiva de observación. Preguntas que podemos acordar con el equipo educativo e ir revisando para que realmente respondan al tipo de observación que necesitamos.
Debemos huir de preguntas vagas y genéricas.
¿Cómo juega el niño X? Es una pregunta vaga y genérica que desemboca en respuestas que dan poca información.
Cuando nos preguntamos cómo juega un niño hace falta que concretemos: ¿Con qué material juega? ¿Cómo lo coge? ¿Lo combina con otros materiales? ¿En qué forma lo combina? ¿Durante cuánto rato? ¿Juega solo o con otro niño? ¿Durante cuánto rato mantiene la atención en lo que está haciendo? ¿Hay otra cosa que le llame la atención? ¿En qué posición/posiciones se coloca? ¿Cada cuánto cambia de posición? ¿A cambiado de lugar? ¿Qué lugares? ¿Cuánto rato a estado en cada lugar?
¿Véis la radical diferencia en las preguntas y el conocimiento real del niño que nos puede dar?
¿QUÉ OBSERVAMOS?
¿Cuál es nuestro objetivo? ¿Qué queremos conocer? ¿Queremos conocer realmente al infante que tenemos delante o solo queremos confirmar que los espacios y materiales que hemos dispuesto funcionan?
Si lo que queremos es conocer al bebé, niño o niña que tenemos delante lo vamos a observar en su cotidianeidad y lo observaremos sobre todo a él o ella, porque lo que queremos no es que el espacio o los materiales funciones, queremos que respondan a ellos y a ellas.
¿QUIÉN OBSERVA?
¿Quién observa y de qué manera? Esta es una de las confusiones más extendidas, pensar que lo pdemos observar si nos retiramos de la escena, si paramos y nos estamos quietas al margen de lo que sucede. Pero si hacemos esto ¿cuándo podemos observar realmente? ¿cuántas cosas nos vamos a perder por no poder estar al maregn de la escena sino inmersas y participantes en la escena?
Es por esto que para una observación que no se pierda ningún momento del día vamos a diferneciar entre el observador participante y el observador no participante.
- El observador no participante es el que viene de fuera, no es la educadora, es alguien del equipo educativo que viene a observar algo en concreto, es una asesora o una visitante que quiere conocer el proyecto o realizar una investigación.
El observador no participante está fuera de la escena y no se inmiscuye en ningún momento y toma una presencia discreta.
- El observador participante es la educadora que está con los beb`´es, niños y niñas, no necesita salir de la escena para observar y observa miesntras relaiza su labor, por lo tanto no debe espoerar a tener un rato tranquilo y puede observar cualquier momento del día así como su propia acción.
El observador participante e incluye en la escena cuando toma notas y no pretende estar al margen, observa mientras participa de cada situación.
Cuando pensamos que solo se puede observar desde fuera de la escena, nos perdemos casi todo de lo que sucede en el día, no puede ser que solo observemos un ratito de algunas activides, ya que el conocimiento que obtendremos de eso es muy pobre.
LA CUESTIÓN ÉTICA
Luego hay otros aspectos que podemos tener en cuenta y tocas más con la cuestión ética y el cómo entendemos la relaci´`on con niños y niñas y el respeto que merecen.
- No dejaremos cámaras fijas grabando o haciendo fotos sin nadie detrás. El infante tiene derecho a saber que se le está observando, que hay alguien quie observa y que lo hace con interés en su persona.
- No pondremos nunca cara de aburrimiento. Tanto seamos observador participante como observador no participante es importante observar siempre con cara de interés. El bebé, niño o niña que se siente observado debe sentir que hay un profundo interés en su persona, ya que esto le devuelve una imagen positiva de sí mismo y podrá vivir bien el sentirse observado. Si somos observador no participante y estamos cansadas podremos salir a descansar para renovar el interés y la atención plena.
lA OBSERVACIÓN COMO CAMINO RIGUROSO DE CONOCIMIENTO
Evidentemente este es solo un pequeño resumen con algunos aspectos destacados, todo lo que toca a la observación no cabe en un pequeño post y es necesario profundizar, ponerse en juego y practicar.
Hace falta revisar las propias observaciones desde una base rigurosa que no sirva de guía y practicar mucho, revisar, corregir y continuar. Por suerte la observación no es un don con el que se nazca, es un método que se practica y que se aprende. Solo hace falta tener voluntad y un conocimiento desde el que partir.
Tú también puedes hacerlo 🙂
Puedes seguir leyendo sobre la observación pikleriana en https://tetaaporter.com/2020/06/09/la-observacion-pikleriana/