Salir a la calle

Es muy difícil hablar de este tema y que no parezca que estás en contra de los derechos de la infancia o que no tienes es cuenta sus necesidades, pero lo voy a intentar y confío en que se comprenda lo que intento decir.

Estos últimos días está cobrando mucha fuerza la idea de que es de una urgencia imperiosa que niños y niñas salgan de casa como si el motivo de no salir respondiese a algo ajeno.

Es cierto que el aire libre es importante para cualquiera pero no podemos olvidar que este confinamiento responde a una situación excepcional en la que están muriendo miles y miles de personas y con una tasa de mortalidad de más del 10% en estos momentos, hospitales saturados, personal sanitario desbordado y personas muriendo solas.

Pero tampoco quiero hacer de cuñada y opinar sobre si dadas las circunstancias, niños y niñas deben salir a la calle, entiendo que esta decisión pertenece a epidemiólogos y otros especialistas, y ahora mismo nos están diciendo que no es el momento y que debemos seguir en casa. Quizá la semana que viene los datos sean otros y las recomendaciones cambien, ojalá, eso querrá decir que estamos mucho mejor.

Habrá que ver entonces en qué forma serán estas salidas y las condiciones para que puedan ser salidas verdaderamente saludables y aseguradoras de manera que niños y niñas puedan disfrutarlas como merecen.

Pero hoy se nos pide que nos quedemos en casa con nuestros hijos e hijas y creo que es momento de comprender que hay una necesidad mayor que el derecho de niños y niñas de salir a la calle. Estamos en casa por el bien común, para que muera la menos gente posible, es así de crudo.

También estamos en casa por el bien de sus abuelas y de sus abuelos, de sus padres y de sus madres, por el bien de su familia, de sus amigos y amigas, por el bien de todos y cada uno, por el bien del mundo en el que estos niños y niñas habitan, el mundo del que son herederos y hacedores.

Como pedagoga creo que me corresponde hablar de la capacidad de niños y niñas para la aceptación y la adaptación a las circunstancias, de su capacidad de resiliencia y de desarrollo en las condiciones más difíciles. Creo que me corresponde poner un poco de perspectiva y decir que todos esos perjuicios para su desarrollo no van a depender de estar unas semanas en casa, que no se van acabar sus ganas de jugar, de moverse, de explorar, de aprender y relacionarse, ni siquiera se va a acabar su capacidad para la alegría.

Porque justamente nos piden que nos quedemos en casa, en nuestra casa, con nuestra familia, y esta condición de base, salvo circunstancias particulares, es el escenario más asegurador que pueda vivir un infante. En tiempos de guerra eran los niños y niñas que se quedaban con sus familias los menos afectados emocional y psicológicamente a largo plazo, aún cuando caían bombas todos los días.

El confinamiento es jodido, tal cual, pero salir un rato con nuestros hijos e hijas no va a ser la panacea de nada, van a seguir comportándose como los niños y niñas que son y nos va a seguir siendo muy complicado conciliar, teletrabajar y el paso de los días cuando nuestra vida cotidiana ha reventado y hay que recoger los trozos para montar otra cosa. El problema mayor es el confinamiento en sí y la pandemia como fenómeno trascendente para cualquier sociedad.

A veces es más la frustración de los adultos por no poder ofrecer unas condiciones que pensamos necesarias para nuestros hijos que el perjuicio real que pueda tener a corto y largo plazo para su desarrollo estar unas semanas sin salir a la calle.

Esto no quiere decir que sea fácil, no lo es, requiere de una gran comprensión y de una presencia consciente para nuestros hijos e hijas que puede ser agotadora, pedid ayuda si os véis desbordadas o desbordados.

Y mientras nos toque estar en casa, o salir solo un ratito, va a ser importante el mensaje que les transmitimos, de forma verbal y desde nuestra actitud frente a los motivos del confinamiento, porque si queremos poner la vida y los cuidados en el centro quizá sea el momento más de los deberes que de los derechos, de los deberes para con la comunidad, por la salud de todos y de cada uno, con el foco puesto no tanto en lo que no podemos hacer si no en el motivo que nos ha llevado al confinamiento.

Porque poner la vida en el centro implica también muchas renuncias, más cuando lo que está en juego es la propia vida y el sentido del mundo al que les damos la bienvenida.

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Romina Perez Toldi
Romina Perez Toldi
¡Hola! Soy Romina Perez Toldi, pedagoga especializada en primera infancia. Trabajo con familias y profesionales para una cultura de la infancia emancipada, un acompañamiento cuidadoso y unas relaciones de calidad desde las que todos podamos crecer en armonía y encontrar nuestro lugar en el mundo.

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