
¿Cuándo un bebé llora qué nos dice? ¿Nos dice siempre lo mismo? ¿Hay que dar siempre la misma respuesta? ¿Qué lectura hacemos de esta expresión de su ser? Quién me conozca y/o haya leído lo suficiente, sabrá que soy de las que piensa que coger al bebé en brazos no solo es hermoso, sino que es necesario. ¿Pero siempre es necesario? Quizá no. ¿Quiere decir eso que debo dejarlo llorar? Tampoco. ¿Y si probamos a escuchar y dialogar, podremos leer el llanto en sus matices?
Que los bebés lloran es algo que sabemos todos, los bebés, desde el llanto expresan sus necesidades y sus emociones, también sus sentimientos una vez los van elaborando. En el llanto expresan aquello que les sucede, lo que les pasa. Muchas veces un bebé que llora tendrá hambre, sueño, cansancio o simple necesidad de brazos y de estar con su madre, no en vano se dice que el hábitat del recién nacido es el cuerpo de su madre. Por lo tanto, en muchísimas ocasiones la respuesta más adecuada al llanto del bebé será cogerlo en brazos, pero igual que al cogerlo no será siempre por el mismo motivo quizá debamos plantearnos que la respuesta más adecuada no siempre sea cogerlo en brazos.
¿Quiere decir eso que hay que dejarlo llorar? No. Quiere decir que hay que conocer a nuestro bebé, hay que confiar en él y hay que entender el llanto como una forma de expresión así como una posibilidad de diálogo.
Un ejemplo que me encuentro habitualmente en la práctica del Movimiento Libre: dejamos al bebé en el suelo y se pone a llorar. ¿Qué hacemos? No en pocas ocasiones he escuchado la respuesta de una madre o de un padre, decir: «a mi hijo no le gusta el suelo».
Otro ejemplo típico con el que me encuentro es el del portabebés. Familias que no lo usan hasta pasados días o semanas del nacimiento, que además suelen sentirse inseguras y sus hijos e hijas lloran al colocarlos, a veces hasta se desesperan. Entonces la frase es: «a mi hijo no le gusta ser porteado».
Y esta frase o parecidas la podemos aplicar en infinidad de situaciones cotidianas. ¿Pero puede ser verdad que a un bebé no le guste el portabebés o que a otro que está fisiológicamente preparado para el movimiento prefiera estar en una hamaquita?
¿Cómo hemos leído el llanto del bebé? Y si en lugar de plantearnos que no le gusta nos planteamos que necesita un tiempo de adaptación o que la colocación no es la adecuada o que el espacio que hemos dispuesto en suelo es demasiado abierto o que nosotros estamos demasiado preocupados para poder transmitir la confianza suficiente en lo que estamos haciendo y en su propia capacidad. Y si pensásemos que quizá no lo hemos avisado, ni sabe lo que está ocurriendo, ni estamos dialogando con él o ella ¿No sería distinta la respuesta que daríamos ante el mismo llanto?
¿Y si un bebé llora porqué no alcanza un juguete o cualquier otra clase de objeto? ¿Quiere decir que se lo debemos dar siempre? ¿Es lo mismo que pida un juguete que es suyo y nos lo hemos dejado encima del mueble al que no tiene acceso y ve desde aquí a que esté en la alfombra y llore por un objeto que no alcanza a unos centímetros de las punta de sus dedos?¿Podemos confiar en su capacidad de desplegar todas sus capacidades para alcanzar este objeto a unos centímetros aunque finalmente no lo logre? ¿Podemos confiar en su capacidad para descubrir los fenómenos físicos que se dan en la interacción con este objeto que no alcanza?
Desde el Movimiento Libre, como ya sabemos, no se trata de dejar los objetos alejados para «estimular» que se muevan, pero eso no quiere decir que los objetos no se muevan por la propia actividad e interacción del bebé con ellos y que entonces lloren (o se quejen) porque no los alcanzan. ¿Se lo acercamos entonces o confiamos en su capacidad de autorregularse en este proceso de frustración? ¿Qué nos dice este llanto? ¿Quiere brazos o quiere el objeto? ¿Le daremos siempre el objeto? ¿Lo cogeremos siempre en brazos? ¿Podemos hacer otra lectura? ¿Hará esta lectura que establezcamos otra forma de diálogo? ¿Si hacemos otra lectura lo estaremos abandonando en su llanto o le estaremos hablando de sus capacidades y potencias?
Cogemos a los bebés en brazos para responder a sus necesidades, no hay nada de malo en eso, pero ¿y si ésta necesidad no es siempre la de brazos?
Acompañar al bebé y acompañarlo en su llanto implica un acompañamiento atento, implica establecer formas de comunicación efectiva e implica profundizar en los conocimientos existentes sobre el desarrollo del bebé. Pero sobre todo, esta forma de acompañamiento debe partir de la confianza en sus capacidades para poder ir en la dirección de la potencia de sus capacidades.
Aprender a leer el llanto implica entender el llanto como forma de comunicación, un llanto que en su capacidad comunicativa es rico en matices y no siempre requiere la misma respuesta.
Hagamos una lectura atenta.
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¡Gracias!
Romina Perez Toldi. Pedagoga especializada en acompañamiento a la crianza y procesos de enseñanza-aprendizaje en la primera infancia.