Creo que no me equivoco si digo que nadie nos libramos de haber tratado a un bebé como si fuese una marioneta que decía Emmi Pikler, eso de cogerlo sin avisar y llevarlo de aquí para allá como si fuese un sujeto pasivo.
¿Qué le decimos entonces de sí mismo y del valor que damos a su cuerpo y a su capacidad de respuesta?
Una de las claves del acompañamiento es poder anticipar en todo momento aquello que vamos a realizar sobre el cuerpo de bebés y niños pequeños.
Hay que hablarles y avisarles, ubicarlos en el contexto y hacerles saber que los comprendemos como sujetos activos y con ganas de comunicarse. De esta forma no solo les ofrecemos un marco seguro y estable, les hacemos saber también que nos importan y que damos valor al diálogo con ellos, que escuchamos y acogemos aquello que tiene que decir y mostrar, los tratamos como seres competentes para que se sepan competentes.
Evidentemente, el adulto debe hacerse cargo de los límites y los objetivos en los momentos de cuidado, pero lo hace siempre en la búsqueda del bebé y el niño pequeño, en relación y en interacción.
Yo misma hace mucho años era capaz de sacarle los mocos a un niño sin avisar, así tal cual, me acercaba con el pañuelo y le sacaba los moscos con un «ya está» y los niños, acostumbrados a ese trato no decían absolutamente nada, otras veces había rechazo, niños molestos o que al verte venir se iban en otra dirección. ¿Cómo no iba a ser así? Ahora esa imagen me parece impensable, con el tiempo hacemos eso de «educar la mirada» y aquella escena que yo misma he reproducido ahora me genera malestar al verla.
Lo mismo al cambiar el pañal o simplemente cogerlos en brazos, se me hace impensable coger a un bebé o un niño y no decírselo antes, llega un momento que sale solo y te das cuenta de lo distinto que es el trato que ya no hay marcha atrás, es una cuestión ética ¿Cómo quiero relacionarme con la infancia en general y mis hijos en particular? ¿Qué idea tengo de sus capacidades?
Los bebés no entienden, dicen muchas personas, cierto, no entienden las palabras pero sí entienden que nos dirigimos a ellos y el valor que le damos, y poco a poco, irán comprendiendo los gestos y las palabras que los acompañan. Como digo, es una cuestión ética y epistemológica, uno no solo debe plantearse si un bebé le entiende o no, debe plantearse cómo quiere relacionarse con ese bebé y qué idea de bebé tiene ¿es un bebé capaz o incapaz?
Luego, al crecer, son ellos mismos los que piden ese mismo respeto por su cuerpo y no permiten que los cojan o los traten de cualquier manera, me pregunto que implicaciones puede tener algo así a largo plazo en situaciones de abuso sexual y de otros tipos, no está de más pensar en ello.
En resumen, anticipemos a nuestros hijos todo aquello que vaya a ocurrir tenga relación con su cuerpo, desde cogerlos a la temperatura del agua del baño o situaciones externas y ambientales del tipo: «vamos a salir a la calle y notarás que hace frío».
Hay que establecer un diálogo y una comunicación efectiva a través del gesto, la palabra y el tacto.
Por ahora, os voy a dejar un vídeo de un cambio de pañal (es vídeo es de RIE, donde recogen las ideas de Emnmi Pikler) fijaros en la mirada, la forma suave de tocar y la petición de participación al bebé. El adulto guía todo el proceso, pero en todo momento busca la participación del bebé.
Disfrutad de la relación e id en búsqueda de la complicidad, eso es para toda la vida.